viernes, 14 de octubre de 2016

Contra el tabú...

...del suicidio. Ante todo, quiero decir que este tema no me ha afectado de forma directa. Sólo he conocido casos tangencialmente, así que pido disculpas si alguien que lo haya sufrido considera errónea mi forma de reflejarlo. Pero no por ello dejan de asustarme las crecientes cifras. Se hacen campañas contra el fuego, contra las drogas, contra los accidentes de tráfico, contra la violencia de género... Pero hay muchas más muertes por suicidio que por todos esos fenómenos juntos, y nada. Silencio. De vez en cuando, algún periódico publica las cifras, y eso parece ser todo. No se trata de airearlo alegremente, los psicólogos advierten que mencionar los métodos puede estimular un "efecto imitación", pero creo que el silencio y el tabú tampoco ayudan precisamente a combatir esta epidemia.

Imagen: Jared Keener



LO QUE TÚ NO PEDÍAS

No es un dato inventado:
de media se suicidan
en esta España nuestra
diez personas al día.
Diez angustias con nombre.
Diez sangrantes heridas.
Diez enfermos de tiempo,
seres que se veían
hundidos en un pozo
sin ninguna salida,
prisioneros del mundo
y de sus propias vidas.

Se fueron en un gesto
de violencia impulsiva,
con una simple nota
por toda despedida.
Y a los más allegados,
amigos y familia,
les quedaron las dudas,
la tristeza infinita,
sentimientos de culpa
que nunca se marchitan,
y preguntas que nunca
podrán ser respondidas:

¿En qué me he equivocado?
¿Ha sido culpa mía?
¿Por qué no fue bastante
lo que yo te quería?
¿Pude haberte ayudado?
¿Qué es lo que no sabía?
¿Por qué no me di cuenta
de lo que tú sufrías?
¿No viste que mi mano
siempre estuvo tendida?
¿Por qué no supe darte
lo que tú no pedías?

Los que logran matarse
son una minoría,
porque hay más de doscientos
intentos cada día.
No parece que importe,
no se toman medidas.
¿Dónde está el "bienestar"
con que se identifica
a nuestra sociedad?
No es más que una ironía.
En cada vecindario
se ocultan pesadillas.

Ellas lo intentan más.
Ellos se reivindican
más duchos en el arte
de quitarse la vida.
Pero no se habla de ello,
sus muertes no son "dignas".
Se hacen pocos estudios
que apenas se coordinan.
Es un tema "molesto",
y el tabú facilita
que sigan las preguntas
resonando a escondidas:

¿En qué me he equivocado?
¿Ha sido culpa mía?
¿Por qué no fue bastante
lo que yo te quería?
¿Pude haberte ayudado?
¿Qué es lo que no sabía?
¿Por qué no me di cuenta
de lo que tú sufrías?
¿No viste que mi mano
siempre estuvo tendida?
¿Por qué no supe darte
lo que tú no pedías?

Si acaso vives preso
de la melancolía,
no te ahogues en mares
de rabia contenida.
Si tu historia es tan triste,
permítenos oírla.
No pienses que nos manchas
ni que nos contaminas.
No hagas caso a esa mezcla
de orgullo y cobardía
que no te deja hablar
cuando lo necesitas.

Tantas redes sociales,
tantas caras amigas,
tanto WhatsApp y Facebook
y tanta tontería...
Rodeados de pulcras
y brillantes sonrisas
la soledad se extiende,
y hay almas que agonizan,
cotidianos infiernos
que el silencio eterniza.
Y fluyen las preguntas
cien veces repetidas:

¿En qué me he equivocado?
¿Ha sido culpa mía?
¿Por qué no fue bastante
lo que yo te quería?
¿Pude haberte ayudado?
¿Qué es lo que no sabía?
¿Por qué no me di cuenta
de lo que tú sufrías?
¿No viste que mi mano
siempre estuvo tendida?
¿Por qué no supe darte
lo que tú no pedías?

El paro, los desahucios,
divorcios que terminan
con un hombre sin casa,
sin hijos y en la ruina,
mujeres maltratadas,
desamor, apatía,
el acoso escolar...
Los motivos varían,
pero las muertes siguen:
diez personas al día.
Y nadie las recuerda.
Y nadie las olvida.